Hoy conoceremos acerca de una mujer que llegó a conmover a nuestro Señor Jesucristo, aprendía de él, una mujer que le adoró con el corazón. Aprendamos juntos de María, una de las hermanas de Lázaro, el amigo de Jesús.
En la aldea llamada Betania cercana a Jerusalén, vivían tres hermanos (dos mujeres y un hombre) María, Marta y Lázaro, quienes eran muy amigos de Jesús; ellos amaban a Jesús, él a menudo compartía con ellos en su casa, él también les amaba. (San Juan 11:5, San Juan 12:2).
Conocemos de Lázaro, quien enfermó, murió, estuvo en el sepulcro por cuatro días, y nuestro Señor Jesucristo le levantó de los muertos. (San Juan 11:41, San Juan 11:43).
Conocemos de Marta, la hermana afanada de Lázaro, era una mujer muy diligente; pero se preocupaba mucho por los quehaceres. (San Lucas 10:40-41).
También conocemos a María, la que eligió buscar a Jesús y aprender de él.
¿Cómo podemos estar a los pies de Jesucristo al igual que María?

Jesús llegó a visitarles y les enseñaba, María se quedó sentada a los pies de Jesucristo y oía su palabra.
Es importante que tengamos la disposición de oír lo que nos dice el Señor a través de Su Palabra, a través de siervos que él utiliza para que la enseñen; esto aumenta nuestra fe (Romanos 10:17) y como Cristo lo dijo: son cosas que quedan en nuestro corazón y no nos serán quitadas (San Lucas 10:42).
Solo escuchando la voz de Cristo es como cada vez podemos rendirnos a Él para adorarle y alabarle. No desperdiciemos el tiempo en otras cosas y dispongamos de un tiempo diario para llenarnos de lo que Él nos quiere decir, esto a través de la lectura de la Biblia y la oración.
Ver la entrada Consejos para leer la biblia a diario.

Lázaro el hermano de María, enfermó de gravedad, María y su hermana, mandaron a llamar a Jesús diciéndole que su hermano estaba enfermo.
Estas mujeres sabían a quien acudir en tiempo de angustia y necesidad, sabían que El Señor tenía el poder de sanar a su hermano enfermo, creían en Él. Sin embargo, Jesús no llegó de manera inmediata, llegó dos días después.
¿Sabemos a quién ir en momentos de desesperación, realmente creemos que Dios nos puede ayudar no importa cuál sea la situación? ¿Nos postramos ante nuestro Dios, reconociendo su grandeza y poniendo las cosas en sus manos, esperando como estas mujeres lo hicieron?

San Juan 11:29 – San Juan 11:32
Lázaro ya tenía 4 días de sepultado, sus hermanas estaban con dolor, cuando Jesús llega donde ellas, María se quedó dentro de la casa, pero cuando oyó que Jesús le llamaba, corrió donde él y cayó postrada ante sus pies, llorando de dolor, le fue completamente sincera.
Cuando tenemos una amistad, podemos ser tal cual con ellas, esto es justamente lo que sucedió con María, ella fue sincera con Jesús y le expresó lo que ella creía, como leemos en el verso 32 «que si él hubiese estado allí su hermano no habría muerto«; no fue un tono de reclamo, fue un tono de dolor, nadie que está postrado a los pies de otro le está reclamando, esa es señal de rendición.
No importa cuánto dolor sintamos, acudamos al llamado que nos hace Jesús, rindámonos a sus pies, nuestro corazón sincero delante de él, le conmueve (San Juan 11:33) Jesús lloró( San Juan 11:35).
Jesucristo nos entiende, Jesucristo reconoce nuestro dolor, se conmueve con nuestro corazón rendido delante de él. No temamos venir ante Él, nos ha dejado el Consolador, Su Espíritu Santo (San Juan 14:26).

Jesucristo resucitó a Lázaro, glorificando al Padre.
Seis días después de la pascua, él regresa a Betania, y de nuevo sus amigos María, Marta y Lázaro le reciben con una cena; María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio y ungió los pies de Jesús, y lo enjugó con sus cabellos.
Otra vez, esta mujer a los pies de Jesús, esta vez adorándole, esta vez exaltándole, esta vez, dándole su preciado cabello para limpiar sus pies, también le da una ofrenda material como lo era el perfume; esta mujer se entrega ella en ofrenda a nuestro Señor, pero también entrega algo material para Él.
Quizá podemos dar mucha ofrenda material pero sin rendirnos a Él.
Quizá podemos darnos en ofrenda con servicio, oración, alabanza a él, pero no damos nada material.
María nos enseña que nuestra entrega a Dios debe ser integral, caer rendidos a sus pies debe ser total, sin importar quien, sin importar que, sin importar donde.
Cristo merece toda la gloria, la honra, la adoración, la alabanza. Bendito sea Su Santo nombre por siempre y para siempre. Adoremos a nuestro Señor, cayendo rendidos, postrados a sus pies.
Bendito sea mi Señor y Salvador, Cristo el Rey de reyes.

Gracias por su apoyo en nuestra página Blog. Deseamos que El Señor Dios Todopoderoso conceda los anhelos de tu corazón. Recuerda lo más importante es que CRISTO te ama.
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